21.2.08

Els vaixells volen moixaines

He trobat per internet uns quants vídeos de vaixells i els tenia guardats en un bagul esperant l’ocasió per adjuntar-los a alguna entrada. Però, finalment, m’he decidit a penjar-ne uns quants tots junts. Són de velers clàssics, d’aquells que a mi m’agraden. Són criatures d’una gran bellesa, cadascun amb la seva història i la seva idiosincràsia. Menar un d’aquests vaixells ha de donar una satisfacció enorme. He dit “menar” i no “manar” expressament. La diferència és subtil, però important. I estic convençut que la relació que hi ha entre els capitans i patrons d’aquests vaixells i la seva embarcació ha de ser molt especial. Volia publicar els vídeos a pal sec, perquè fossin els vaixells els únics protagonistes d’aquesta entrada. Però al final m’ha semblat oportú embolicar aquestes imatges amb les paraules de Joseph Conrad, capità i escriptor, que va descriure amb molta més precisió i coneixement de causa tot això que us intento explicar.

Los barcos son criaturas que nosotros hemos traído al mundo con el objetivo, por decirlo así, de que nos obliguen a dar la talla. (…) Esas sensibles criaturas no tienen oídos para nuestras lisonjas. Engatusarles para que hagan nuestra voluntad, para que nos cubran de gloria, cuesta algo más que palabras.

Los barcos quieren ser mimados. Hay que mimarlos al gobernarlos. (…) Un barco es una criatura delicada, y debe tenerse muy en cuenta su idiosincrasia si se aspira a que tanto él como uno mismo salgan bien librados de los avatares de su vida.




Sí, un barco quiere que se lo mime con conocimiento de causa. Uno debe tratar con comprensiva consideración los misterios de su naturaleza femenina, y entonces él estará a nuestro lado, fielmente, en nuestra incesante lucha contra fuerzas ante las que no avergüenza salir derrotado. Es una relación seria, aquella en la que un hombre vela celosamente por su barco. Este tiene sus derechos igual que si pudiera respirar y hablar; y de hecho hay barcos que, por el hombre que lo merezca, harán cualquier cosa, como dice el refrán, menos hablar.


Un barco no es un esclavo. No hay que forzarlo en una mar gruesa, no hay que olvidar que uno le debe la mayor parte de sus ideas, de su habilidad, de su amor propio. Si uno recuerda esa obligación naturalmente y sin esfuerzo, como si fuera un sentimiento instintivo de su propia vida interior, el barco navegará, aguantará, correrá por uno mientras pueda, o, como un ave marina cuando va a reposar sobre las enfurecidas aguas, capeará el temporal más fuerte que jamás le haya hecho a uno dudar de si viviría lo bastante para volver a ver salir el sol.

Joseph Conrad
El espejo del mar (Libros Hiperión)
Traducció de Javier Marías





4 comentaris:

Anònim ha dit...

Estimado Joan, muy acertada la elección de las hermosas palabras de Joseph Conrad para acompañar a los majestuosos veleros clásicos, llevados por capitanes y tripulantes enamorados de sus barcos, que navegan por tu cuaderno de bitácora.

Unknown ha dit...

Conrad une la experiencia del marino profesional, apasionado de su oficio y de los barcos, con el arte de la literatura, que ejerce con gran maestría.

Creo que el ha explicado como ningún otro escritor la relación de los hombres con los barcos y la mar. Y si conoces a algún otro con semejante grado de penetración psicológica... ¡ja tardas en decírmelo! Tratar de explicar esa relación es lo que me motivó a escribir este blog. En una de las primeras entradas, titulada "El camí cap a un mateix", intento explicar mi relación con el mar e invito a los lectores a que me cuenten como la viven ellos. Supongo que explicarse uno mismo es muy difícil y, de momento, no acabo de hallar las respuestas que quisiera. Pero, bueno... ¡siempre nos quedará Joseph Conrad!

Gracias, Haddock, y celebro que tu olfato de marinero y amante de los clásicos -veleros y literarios- te haya traído hasta esta entrada. Tenía miedo de que hubiese quedado definitivamente eclipsada por los "fastos" del premio. ;-)

Sigo a tu estela.

Anònim ha dit...

Buenos vídeos y magnífico el texto que lo acompaña. El espejo del mar ha sido uno de los mejores regalos que me hicieron, y con el que me deleité de la primera a la última pág. Me quedo con unas frases de Conrad:

"...el gobierno de todos ellos es, en efecto, un bello arte. Exige no sólo el conocimiento de los principios fundamentales de la navegación a vela, sino también una íntima familiaridad cn el carácter concreto de la embarcación .
(...) ¡Barcos! Los barcos están bien siempre; son los hombres que están a bordo..."

Unknown ha dit...

Esa última frase también la tengo subrayada en mi ejemplar de “El espejo del mar”: “Los barcos están bien siempre; son los hombres que están a bordo..." Estoy completamente de acuerdo. Los barcos siempre están bien. En cambio, las personas que vamos a bordo tenemos nuestros más y nuestros menos, ¿verdad? También dice Conrad en el libro que los barcos son criaturas que hemos traído a este mundo con el objetivo de que nos obliguen a dar la talla. Creo que navegar y gobernar un barco nos coloca ante el reto de enfrentarnos a nosotros mismos. En el espacio reducido de un barco, en estrecho contacto con otras personas, aparecen nuestros defectos y temores; aunque en determinadas ocasiones también puede surgir todo nuestro valor y determinación. A bordo de un barco nos mostramos tal como somos. Y si pretendemos pasar por otra cosa, el mar se encarga de ponernos en nuestro sitio.

Encantado de tenerte a bordo, Marga.